martes, noviembre 07, 2006

¿Para que...una bala...? -un mes y tres días que frecuenta el café sobre la calle Junín, casi haciendo esquina con la avenida Quintana, en el coqueto barrio de La Recoleta. Saborea el café irlandès, recostado en las tiritas de plástico que tiene la silla.Los ojos fijos sobre el papél que tiene sobre la mesa. Y miran, más allá, mien tras juega distraídamente con su birome, garabateando monigotes.No encuentra el punto exácto para el final de su novela. Desde que trabaja con la computadora, no puede terminar sus escritos.Cada vez que se sienta y comienza a revisar sus textos, ¡los cambia!, ¡y cam bia todo el bosquejo!, y vuelta a buscar -la palabra.Esto, lo desidió a poner en práctica la vieja costumbre de sentarse en las me sas de la vereda del boliche amigo y, escribir con su vieja estilogràfica y..., desde allí, lo lleva para que lo tipee Angélica.La editora le había pedido el borrador para iniciar el proceso de publicación, y había querido quedar pulcro con ello, y se entregó a la tentación de terminarlo en la computadora...¡èl querìa hacerlo!. Y...,¡allí está!, rearmándo el final...,¡lo ha hecho diez veces como mìnimo!.De reojo miró el reloj de pared, lo tiene enfocado desde su lugar. -las once- mira para la esquina de Vicente Lopez y queda a la expectativa.Espera a las bailarinas que vienen a ensayar a Pigalle, no por que tenga inte rés particular en alguién. No, simplemente las vé llegar, y adivina, entre sus contoneos, las aventuras de su noche anterior. -cosas de la imaginación de uno que escribe...sonrió.Julián tiene sesenta y ocho años, y hace un largo tiempo que dejó de frecuen tar, -la noche travieza- pero, ¡siempre están allí sus frívolas cocechas!Las vé llegar como siempre, risas y carcajadas ahogadas, comentarios cor tados, a media palabra, en fín, todo lo que indicaba el secreto...el sabor único de la picardía.De pronto, alguien cruza en su matinal trote y deja una estela de perfume. ¡Es una invitación para darse vuelta...y seguirla con la mirada!Un cuerpo menudo, enfundado en un equipo de gimnasia color rosado, que se pierde al doblar por la esquina de Quintana.Cuando regresa a su posición anterior, las chicas, las bailarinas, ya han entra do, entonces, vuelve su mirada sobre el bloc. Garabatea, uno, dos, tres renglo nes. ¡No, no, no es eso...!,pero lo tiene ahi. ¡Lo siente!, ¡lo sabe!, está en la puntita de...la pluma el final. Nuevamente el perfume. Se dá vuelta rápido. Ya pasó. No alcanzó a ver la cara de la usuaria. Quedó atento. Calcula que está dando la vuelta a la manzana. Y se tensò, presto a enfocar sus ojos cuando aparezca en la esqui na, al doblar por Vicente Lopez.Esta vez le verá la cara. Sonrìe. Se siente un chico y, sonrie. La vè y...pasò.No viò el rostro. Solo los ojos, la punta de la nariz y la boca que envía el humo hacia afuera. Esperò la otra vuelta, ya sabìa que està dando vueltas a la manzana. Pasó al trote. Y en el aire quedó el encuentro de las miradas. Ella lo enfocó. El la esperaba. ¿Un segundo?, una fracción?. -él, vió sus ojos verdes-claritos, y un riso negro... que se le escapaba por la capucha.Quedó esperando la vuelta. Pero...,un impulso...,¿pudor?, verguenza?, hizo que pusiera la vista en su bloc y comenzó a escribir otra linea. Y con la vista en el papel, divisó, al doblar la esquina el equipo color rosado que avanzaba. Notó el trote elástico. No levantó la cabeza. Solamente escuchó que soplaba, expeliendo el aire, como una consumada atleta. Tres días después, la editorial pidió el final. -lo tenía terminado- Y una vez que lo entregara y le dieran el okey, volaría a Francia, París. Su cátedra y la misión para su gobierno lo esperaban.Envió el trabajo con agélica. Fue a comer a -Don Juan- quería despedirse de la esquina...el pedacito que le prestaba Buenos Aires para sentarse a escribir.Pidió un Bianchi borgoña y un bife de chorizo...,y antes, un chorizo y una morcilla. -aprovechemos- pensó, cuando estemos allá, esto será distinto, ¡ni bife, ni chorizo ni morcilla...!, ni el ombú, ni...¡El perfume! ¡El perfume...! -el aroma que lo había cautivado- está alli, lo siente, lo huele...Está cerquita. No quiere darse vuelta, no quiere mirar. Siente que lo gana un cosquilleo...casi imprudente.El aroma lo atrae, lo atrae y lo hace imaginar el perfil de la mujer.A punto de sucumbir, la casualidad llegó. -escucho a su lado- ¡hola má...hola má...! Dos voces.Dos adolescente se dirigían a la mesa inmediatamente detrás suyo. Se puso de piè y se corrió para que los jovenes pasaran y, aprovechó. Vió el color de los ojos que no lo miraban. Estaban prendido en los de sus hijos.Los jovenes se despideron y al tratar de pasar, él, se puso de pié nuevamen te, dandole lugar. Sintió que los ojos verdes claros, se fijan y, la mirò de frente. Ella le pidió disculpas por las molestias que sus hijos le causaron y, le dió las gracias.El respondiò que no fue molestia...que fue un placer. -treinta y tres, treinta y cinco... penso, y se fijó en los chicos...diesiseis, diesisiete... Llegó a parís, cuando las primeras brisas con olor a invierno jugaban en las callecitas cercanas al Louvre y al Centro de convenciones. -invierno allá, verano acá. -sonrió.Por las tardecitas, después de sus charlas en La Soborna y en la Unicef, se llegaba por el viejo barrio aquel, donde estuvieran Las Tullerías. Se ubica en un restaurante donde encontraban un pedacito de Buenos Aires. Allì no faltaba un bife de cuadril, ni uno de lomo, ni salame ni queso mardel plata, y siempre, un Navarro Correa, un Echart, un Bianchi... Estaba preocupado. Le habían comentado a la mañana que..."te salvastes... tenés un angel protector..."-encontraron la punta de la red de espías, de los que operaban allá..."Está citado para las ocho de la noche. Ahí se enteraría, lo pondrían al tanto de lo averiguado. Cenò, caminò varias cuadras y, se acercò a la oficina de Interpol, donde lo espera el cònsul.Le mostraron fotografía, gráficos, le hicieron escuchar grabaciones de las escuchas telefónicas y, las fotos de la persona que había quebrado la regla.¡Que rompió la cadena y no lo ejecutó!Ensismimados, preocupados, mirándo fotografías y datos, no se fijaron que se le había retirado la sangre de la cara. Nadie lo notó. Tampoco que, le tiembla imperceptiblemente las manos, y que un gesto de los labios, indican asombro y perplejidad."¡La del perfume!", gritó su mente, ¡y era la encargada de ejecutarlo!"...y ahora la están buscando los croatas y los caza recompensas..."¿...y porque, no cumplió la órden...? -se escuchó a si mismo.La repuesta de los presentes fué un ligero levantar de hombros, que significa ba...no sabemos. "...porque estabas listo, según cantan las fotos y los demás chequeos. Te tuvo a tiro corto...¡ahi, ¡listo!"- y le mostraban las fotos de él...,escribiendo, allá, en el café de la calle Junín. Y se quedó con una, le recordaba aquel momento en que se le habían volado los papeles. Ella, había recogido algunos que se los entregó, sin palabras y saltando, como si no pudiera detenerse, como si no pudiera parar.Sonrió.Y ahora escucha la voz de uno de los presente. -"la queremos encontrar para darle una mano, le devolveremos el favor", y terminó diciendo "- vaya a saber ...porque no te liquidó...cuando la encontremos lo sabremos, mejor dicho, se lo preguntaremos, pero, ¡seguro, que saben que terminastes la fòrmula". -Juliàn eran, aparte de escritor-cientìfico, y trabajaba en procesos nucleares.Luego le informaron que, " te hemos puesto dos muchachos". Le habían asignado dos guardaespaldas.Por las noches en París, los ruidos y los murmullos en las calles, se apagan más temprano que en la Recoleta. Silencio. Un guarda quedó del lado de afuera y otro en la recepción del hotel. Un chateau residencial.Leyó algunos papeles, apuntes a mano alzada, cosas para el otro día, y, se sentó, suavemente sobre la cama. Estaba inquieto, tenía la senzación del perfume metido en las fosas nasales...y su cara, y los ojos verdes-claritos, la cabellera enrulada y negra y, preguntandose, ¿porque no me habrá liquida do?...¿por que...? Levantó suavemente las sabanas, ¡y ahi estaba! Una hoja de papél, que al instante la reconcoció. -de su bloc- su letra...-"los encontrè en el aire, verdes claro, irradiaban vida, me enamoré, no sé donde vive, no se como se llama, pero su trote me aceleró el pulso. ¡Me dió una inyección de vida! Ya no puedo correr para ponerme a la par...y debo contemplar tan solo...su vuelo en libertad. Si le digo...que la amo, ¡serìa un crimen!, y no puedo apretar el gatillo a trai ción..".-había escrito aquella mañana.Quedó alerta. Los sentidos se desparramaron por la habitación. Buscan en cada rincón. Sabe que está alli. ¡Lo sabe! ¡Lo presiente! Se puso de pié, fué al baño, y la vé descolgarse a travéz de la ventana.Se extienden las manos, se las toman, se miran a los ojos, se sonrien. ¡Ni una palabra!El, mira para la puerta cerrada de su habitación, que comunica con las demás en suite. Solamente señas y en una hoja de aquél bloc, las preguntas y repues tas. Ella señala un camino y el acepta. Salen. Van a otro hotel, ahí, casi al ladi to.Ella lo acaricia, lo mima. Piden una botella de vino, y otra. El se pierde en sus ojos. Saborea sus labios. Ella lo exita, lo exita. Le muerde el pecho, le razguña la espalda. El se exita, se exita, y vá la tercera botella de vino y...la presión, el ahogo.El corazón se dispara. Se vuelve loco. Se le quiere salir por la boca. No puede respirar. No le llega el aire. No puede parar el ritmo y contoneo del coito. Los ojos se le salen. Quiere gritar.Ella le coloca suavemente la palma de la mano sobre la boca, y se contonea sobre èl y, aprieta. Aprieta con fuerzas para no escuchar el ruido de las respiración. Los pùlmones y el corazón estallan.Ella lo tiene agarrado de los cabellos y se mueve y se mueve y se mueve...El, pegó un salto, con los ojos desorbitados. La boca abierta en busca desesperada de aire y, tomándose la garganta, trata de incorprarse en busca de la ventana. Cae muerto. La mujer se viste, mientras lo observa detenidamente, murmura....para que una bala...?, ¡para que...?

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