martes, octubre 31, 2006

Aqui irán una serie de trabajos de historias que parecen cuentos, si te gustan, mandame un correo y visitame que, tengo muchos mas.
Arruga por arruga...
cuento.
Sentada en el único banco de la estación, la mirada brillosa y seca, horada el andèn y fuma, fuma y fuma, entre el estrépito que produce el paso del tren.
De pronto, se tensa...y se acurruca dentro de su camperón, agarrotada de nervios, chupa largo y, tira con fuerzas la colilla número veintiuno, la mira, ¡y la destroza con su pié!
Ahí está..., lo mira con tristeza, con odio,con amor...con reproche y desprecio.
Enfundado en un ambo gris, de media estación, pañuelo al cuello, zapatos negros,¡bien lustrados!, pasa abstraído,saboreando los recuerdos,¡fresquitos!
La sonrisa imperceptible, y sus pensamientos murmuran...Angélica, Angélica,y sus labios sienten el fuego, mientras en su paladar, degusta el sabor agridulce y aprieta la sonrisa.
Los bigotes cubren el gesto, pero, -élla lo sabe.
Lo conoce...arruga por arruga. Es su cumpleaños.
El de su marido.
Por eso Antonella, regresó dos horas antes, ¡cargada de regalos para darle una sorspresa!
Y los vé, ahi...en su cama.
La pasión en libertad. Gritos, risas y gemidos.
La sangre se fuè de un solo golpe hacia los tobillos, se tambaleò, luego, cerró con cuidado.
Dejó los paquetes en la baulera.
Salió a la calle, y regresó camino a la estación.
No piensa.
Camina sonámbula, camina...camina, camina.
Ahora, lo tiene ahí, y lo dejó pasar, sin hacer el menor movimiento.
Se fué el tren, luego otro, dos, tres... ¡diez!
Y con èl, la imágen de su amiga, ¡su intima amiga!, Angélica...gimiendo, jadeando.
Ella, su amiga, vecina, ¡recompinches!
En este dìas gris y frio, volvió a su casa con el andar gastado, en el pecho, el corazón le saltaba y dolìan los arañazos a cada paso.
Ingresò al living, apretando la desesperaciòn, revisó sus carpetas, y se dirigió a su computadora, como todos los dìas. El hombre entró como de costumbre.
También cargado de paquetes.
Y llamò; ¡maaamii...!,¡maamiii, maamiita...¡queriiidaa...!
¡Silencio!
Miró en los dormitorios, fué al patio, miró en el garage, regresó al living y fué a la cocina.
Comenzó a quitar las envolturas de las botellas de champagne, ¡y vió el sobre!, allí, metido entre dos vasos, olfateó, y su mirada fué a la botella de cointreau, ¡y a las colillas, que desbordaban el cenicero!
Tomó el sobre. Leyó.
"Señora Angélica Noguera Bustamante". -lo dió vuelta. -está abierto-.
Sacó las hojas.
Tienen el membrete de un prestigioso laboratorio y, cruzado sobre la esquina izquierda, una franja que dice: -Confidencial-.
Arqueó las cejas, mientras sus ojos de un golpe..., leìan.
"...y siento informarle que el segundo resultado del análisis de HIV., ha dado positivo. -¡Irreversible! ¡Urgente tratamiento!"
Se le nubló la conciencia.
Se le aflojó el cuerpo...,¡y no pudo evitar el impulso de salir corriendo!
La calle, agudos sumbidos lo aturdieron.
Bocinazos desesperados lo entrecruzaban, èl, imperterrito, cruzaba y cruzaba entre ellos.
La boca seca.
Las sienes comprimidas, se pasa la mano por la cabeza para quitarse la vincha invisible, el gorro, la...la, que le aprisiona y aprieta.
La estación, el andèn, extiende una mano y se aferra a una columna que sostiene el techo, y queda con la mirada perdida.
Un aplastado y maltrecho pensamiento trata de escapar de su cabeza, que la siente como una papa aguachenta..."la contagiè...y a los nenes..., los contagiè."
Un trèn, dos, tres...y un chirrido.
¡Un chirrido espeluznante emiten las ruedas contra los rieles...!, y la explocciòn.
El maquinista mira consternado....sin palabras.
Allì, metida entre los curiosos, amontonados en el cruce de las barreras, Antonella, retuerce, retuerce y retuerce el sobres con las hojas...-del informe confidencial-.
Fin. Juanqui Varga